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COMO UN ESPECTÁCULO DE MAGIA NOS PUEDE HACER VIVIR LAS EMOCIONES QUE SENTÍAMOS DE NIÑOS...

Foto del escritor: Francisco Moreno Magics BufonsFrancisco Moreno Magics Bufons

En un mundo saturado de información y tecnología, donde lo extraordinario parece haber sido despojado de su misterio por la ciencia y la rutina diaria, un espectáculo de magia tiene el poder de transportarnos a un tiempo en el que todo era posible: nuestra infancia.

De niños, nuestra capacidad de asombro estaba intacta. Veíamos al mundo con ojos llenos de curiosidad, y cada descubrimiento, por pequeño que fuera, era un milagro en sí mismo. Pero ¿cómo recuperamos esa emoción una vez que la vida adulta ha ocupado su lugar con preocupaciones y responsabilidades? La respuesta está en la magia.

Un espectáculo de magia no es solo una serie de trucos y efectos; es un arte que nos invita a suspender la incredulidad, a dejar de lado nuestra necesidad de explicaciones lógicas y a entregarnos al deleite de lo imposible. Citando al escritor Roald Dahl: “Aquellos que no creen en la magia nunca la encontrarán”. Al permitirnos creer, aunque sea por unos momentos, nos reconectamos con esa versión de nosotros mismos que miraba al mundo con ojos de maravilla.

Cuando un mago hace desaparecer una carta o transforma un objeto en algo completamente distinto, una chispa en nuestro interior se despierta. Es la misma emoción que sentíamos al abrir un regalo sin saber qué habría dentro o al ver un arcoíris por primera vez. La magia nos recuerda que el mundo aún guarda sorpresas, incluso cuando creemos haberlo visto todo.

Porque la magia es ,fundamentalmente, un arte emocional. El gran mago argentino René Lavand (cuya foto ilustra este artículo) decía 'Voy a poner toda mi técnica en la baraja y todo mi corazón en ustedes'. Toda una declaración de intenciones para animar al público a no intentar discernir las artes de las que se sirve el mago y centrarse en vivir una experiencia fascinante.

Porque la emoción que puede vivirse en los espectáculos de magia tiene además un componente universal: son experiencias que pueden disfrutarse en familia. Padres e hijos comparten la misma expresión de asombro frente a lo inexplicable, cerrando la brecha generacional por un instante y recordándonos que todos llevamos un niño dentro, listo para maravillarse.

Así que, asistir a un espectáculo de magia es más que una simple opción de entretenimiento. Es una oportunidad para detenernos, desconectarnos de la racionalidad del día a día y volver a sentir, como cuando éramos niños, que lo imposible puede hacerse realidad. Como dijo Arthur C. Clarke: “Cualquier tecnología suficientemente avanzada es indistinguible de la magia”. Quizá, entonces, al presenciar magia, también volvemos a creer en nuestras propias posibilidades infinitas.

Descubre la magia en: www.casamagica.org



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